viernes, 29 de diciembre de 2006

Los tasting room son el negocio más rentable


En Estados Unidos, los tasting room se han convertido en generadores de ganancias netas. Un informe revela que el 68% de las ganancias de las bodegas proviene de estos establecimientos.


El 50 % de las vinerías de los Estados Unidos cobra por sus degustaciones y esa misma cantidad de establecimientos está exenta de pagar impuestos por la venta.
Durante las degustaciones, el promedio de entrada por visitante oscila entre los 3 y 6 dólares. En las bodegas, la entrada para acceder a las degustaciones y por el servicio de comida tiene valores un poco más altos, en la costa oeste, en las bodegas top, la tarifa por sólo degustar es de 10 dólares.
Las pequeñas bodegas que están localizadas más lejos de esta zona vitivinícola, son más dependientes de este tipo de ventas: el 68 por ciento de las ganancias de las empresas que producen menos de 5 mil cajas al año provienen de los tasting room, mientras que el 23% de las bodegas produce más de esa cantidad de cajas.
Pero por otro lado, en lo respectivo al personal contratado, se vislumbra que el 83% de los que trabajan en los tasting room lo hacen part-time. Y mientras más capacitados están los empleados, más abandonan estos puestos, debido a que la falta de entrenamiento formal hace que sean menos preciados estos labores. Asimismo, esta carencia de capacitación hace que los tasting room no sean generadores de mayores ganancias.
El relevamiento que se realizó en el país del norte demostró que muchas bodegas no cuentan con su sala de degustación dentro de sus instalaciones, e incluso las han tercerizado. El 67% de las salas está en la bodega, 20% están fuera del establecimiento y el 10% cuenta con más de una sala dentro y fuera de la bodega.
El tema que se impone cada vez más es si cobrar o no cobrar entradas a los visitantes. Cuando se les pregunta a los responsables de las salas de degustación si se paga una tarifa para visitar, más de la mitad contestó que sí lo hacen. Estas tarifas parecen haber crecido con el tiempo, desde ser absolutamente gratis, pequeños importes a considerables sumas que hoy se cobran, que muchas veces se sienten como el pago de una entrada.
Mientras esperaban que las vinerías que se encuentran lejos de la zona más importante de Estados Unidos no cobraran a los visitantes, muchas veces son quienes más caras tienen sus tarifas.
El responsable de una bodega de Illinois asegura que no cobran a sus visitantes las primeras tres visitas, porque por ley no pueden hacerlo, pero sí les cobran por degustaciones “adicionales”.
En Missouri tampoco imponen un precio, como cuenta el dueño de St. James Winery, incluso ofrecen un tour por la bodega, porque consideran que la hospitalidad es lo más importante y al no cobrar pueden lograrlo.
En Argentina, una de las salas de degustación Vines of Mendoza, ofrece varios servicios. Sus dueños lo consideran un tasting room en el centro de la ciudad donde los turistas y visitantes locales pueden probar los mejores vinos de la región y del país. Ellos también cobran la tarifa, sobre todo pensando en que desplazarse hacia alguna de las bodegas es un gasto extra para el turista.
A nivel mundial aún se está discutiendo estos temas y aún falta mucho por analizar. Un ejemplo es este en particular. Aquí aún no se definen varias situaciones a nivel turístico y podría ser un buen momento para aunar criterios.


Fuente : Area del vino (por
Rocío Gálvez)

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