viernes, 29 de diciembre de 2006

Yoga bien regado


NUEVA YORK (The New York Times).? De un lado está Angela Gargano, una instructora de yoga en Madison, Wisconsin. "El yoga puede ser muy serio, seguro, pero ¿por qué no hacerlo divertido?", dice, defendiendo un concepto que haría levantar una ceja a los puristas del yoga: la alianza de yoga y vino. Del otro lado se ubica gente como Nancy Elkes, instructora de yoga en Nueva York que no condena tomar alcohol, pero no está muy segura de que vaya bien con el yoga. "Después de una clase de yoga ?explica?, en lo último que uno piensa es en un trago." En agosto último, Gargano, dueña del instituto Bliss Flow Yoga, en Madison, se asoció con David Romanelli, columnista de Yahoo especializado en mente y cuerpo, y lanzaron su primer retiro de yoga y vino. Fue un fin de semana en Sonoma, California, en el Mission Inn and Spa, y resultó lo suficientemente exitoso para que Romanelli agendara varios seminarios que dará en Estados Unidos en 2007. Gargano, en tanto, ya le encontró la veta internacional con un retiro en Barcelona. Y el año próximo, también en Sonoma, los viñedos DeLoach ofrecerán su propia serie de retiros de yoga y vino. Para Gargano, la idea surgió cuando Romanelli dio uno de los populares seminarios de yoga y chocolate en su estudio de Madison. A Gargano le encantó la idea del maridaje entre yoga y algo no convencional, le contó a Romanelli sobre su formación relacionada con el vino, y los dos decidieron asociarse. "Me sorprendió lo similar del yoga y el vino", cuenta Gargano, que a los 16 años ayudaba a su padre, siciliano, a elegir vinos para el restaurante de la familia. "Suena gracioso, pero tanto el yoga como el vino pueden intimidar mucho a la gente. Es común que los estudiantes de yoga digan: No sé cómo empezar." Es una frase que ella ya había oído antes, mientras trabajaba como compradora de vino y sommelier en San Francisco. Pero mientras la idea de combinar yoga con otra faceta de la cultura pop occidental no es algo nuevo, los yoguis más serios pueden tener sus reparos si se trata de vino. "Los yoguis tienden a pensar que la droga es el problema ?cuenta Elkes?. ¿Pero entonces qué pasa con los medicamentos? ¿Y con el azúcar refinada? ¿La cafeína? En cierto punto, uno tiene que decir bueno..., está bien, si usted quiere una copa de vino, pero no creo que debería ir necesariamente de la mano del yoga." De hecho, en el popular sitio Holistic Online se lee: "Los yoguis no toman alcohol, ya que consideran que eso baja las vibraciones de su cuerpo astral. Esto anula el propósito del yoga, que es incrementar el nivel de vibraciones para que gradualmente cada uno pueda desarrollar su yo superior". Por su parte, para Rosemary Garrison, instructora de San Francisco que guiará los retiros en los viñedos DeLoach, la moderación es la clave. Los retiros incluirán comida vegetariana orgánica, clases de cocina y dos sesiones diarias de yoga. El vino servido en la comida será de la bodega de DeLoach. "Uno puede juntar cinco yoguis en una sala y cada uno tendrá su opinión sobre todo", asegura Garrison, que centrará sus clases en el vinyasa, una forma vigorosa del yoga que, según indica, no prohíbe el alcohol. "Igual ?sigue?, no creo que llegue a ser una reunión en la que la gente tome hasta emborracharse, sino que se tratará más bien de disfrutar de la belleza del vino, y de tener un fin de semana de saludable indulgencia. Tomar una copa de vino, disfrutar de la noche, tener un buen sueño nocturno, y llegar así a una práctica limpia y vigorosa la mañana siguiente. Esto es lo que muchos de mis alumnos hacen siempre, de todas formas. Ese es su fin de semana."

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Fuente: Diario La Nación

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